

-Concha de oro a la mejor película: Mil años de oración, de Wayne Wang.
En cuanto a las pinacotecas, fui a tres: National Gallery, Tate y Tate Modern. No me entusiasmó demasiado la Tate, me gustó mucho la National, y me encantó la Modern. La Tate no me gustó porque, además del mal olor que había en muchas de sus salas, salvo una exposición de Turner, no tenía mucho más. Además tuvimos la "suerte" de que se estaba celebrando una performance en el museo (no sabría decir de que iba), y una exposición vomitiva contraria a la guerra de Irak. Lo vomitivo no es que fuera contra la guerra de Irak, ni mucho menos, lo vomitivo era las imágenes pretenciosas, fuera de lugar y absolutamente asquerosas que se mostraban (dibujos de niños con brazos arrancados, ropas con sangre...). La National Gallery es otra cosa, donde va a parar. Maravillosa por fuera, salas elegantes y amplias, y lo más importante, grandes obras pictóricas: los girasoles de Van Gogh, el matrimonio Arnolfini de Van Eyck, etc.
Inglaterra, y más concretamente Londres, ha sido cuna y exponente del mejor cine europeo. Se le puede achacar al cine británico que es más americano que del viejo continente, y es cierto, hay muy pocas películas inglesas que traten los temas que se tratan en el cine de la Europa continental. No se puede comparar el cine de Hitchcock al de Fellini, o David Lean con el propio Bergman, o ni mucho menos se puede comparar a Stephen Frears y Christopher Nolan, director de la excepcional Memento, con Jean Pierre Jeunet; aunque quizás esto sea simplificar mucho, porque incluso dentro de cada país y región, los temas que se tratan no tienen nada que ver.
En mi estancia en Londres no fui al cine. El motivo de que no fuera a ver una película al cine y así ahorrarme 12 libras, era simplemente porque no me atraía ninguna de las que había en cartel (Los Simpsons, El referedum ese de Bourne, Copying Beethoven...). Incluso en la filmoteca de Londres, que es una maravilla, tampoco me llamaba la atención ninguna de las que había, o si alguna me llamaba la atención ya la había visto muchas veces, como era el caso de Pride and Prejudice (Orgullo y Prejucio) o Henry V. Y es que uno de los problemas del cine de estreno en Inglaterra, y que es una de las cosas que se quejan los distribuidores británicos, es la falta de estrenos importantes y puntuales en Londres. Nos quejamos de que España llegan tarde los estrenos. No problem, eso también pasa en Londres...
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