miércoles, 10 de febrero de 2010

Cuestiones intocables

Posted on 10.2.10 by Rafael Huete

Por un día me aparto del camino de los Oscars y las películas para comentar un tema que me ha resultado curioso. Me refiero a la apertura de diligencias por parte del Consejo General del Poder Judicial para sancionar al juez Garzón. Esto se produce tras la querella del sindicato ultraconservador Manos Limpias una vez que el magistrado decidió investigar los crímenes del franquismo y abrir las fosas comunes para identificar los cadáveres. El fiscal (es decir el Ministerio Público, el dedo acusador) ha dicho que no ve nada punible y no está a favor de que se abra juicio contra Garzón ni que se le suspenda. Hasta aquí todo puede ser normal y no dejaría de ser una querella por prevaricación contra el juez (algo dudoso porque no está claro que el juez Garzón no estuviera autorizado a tal investigación) y ya está. Pero hay una cosa que me ha resultado muy llamativa.

Por todos es conocido, y los propios juristas reconocen, que el juez Baltasar Garzón deja mucho que desear como figura jurídica. Es un instructor lamentable (importantes narcotraficantes han quedado libertad por culpa de sus deficientes instrucciones de casos). Le gusta más la tele y salir en ella que a un tonto un lápiz. Su enorme ego ha hecho que acapare demasiados casos importantes, lo que hace dudar de su capacidad de análisis por falta de tiempo. Ha hecho muchas veces dejación de funciones, yéndose a dar cursos a Nueva York mientras en la Audiencia Nacional deberían estar juzgando a etarras. En el año 93 fue en las listas de un partido político, el PSOE, por lo que su imparcialidad tampoco está del todo clara.

Por no decir solo cosas malas, también hay que decir que gracias a Baltasar Garzón han caído muchos terroristas, llevó a cabo importantes operaciones contra el tráfico de drogas, encausó a Pinochet y lo último e interesante, la investigación de los crímenes del franquismo dentro de la conocida ley de Memoria Histórica. Bien, entonces vamos a lo curioso. ¿Por qué un juez que ha hecho tantas cosas denunciables y querellables va a ser suspendido por investigar los crímenes de la dictadura española, algo loable y de justicia histórica? ¿Por qué un juez decide hacer caso a la querella de un sindicato fascistoide y de marcado carácter ultraconservador, en lugar de al Fiscal General del Estado que pide no sancionar a Garzón? Pues para mí esto solo tiene una explicación: todavía en nuestro país parece que hay cuestiones intocables que afectan al periodo más oscuro y bochornoso del siglo XX español.

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