viernes, 27 de marzo de 2009
Gran Torino
Posted on 27.3.09 by Rafael Huete
Todo en Gran Torino huele a fin. Cada secuencia, cada gruñido entre dientes, cada gesto apuntando con el dedo a modo de pistola (magistral), cada frase que dice el protagonista Walt Kowalski, suena a testamento. Y en cierto modo esa sensación de que algo acaba, recuerda inevitablemente a los personajes de Sam Peckinpah en sus películas. Sus detractores, que son pocos, acusan a la película de abusar de tópicos ya muy manidos y tener pocos detalles originales o novedosos. ¿Y qué? ¿Qué más da? La película quiere llevarnos por ahí, por la actitud de un hombre que no quiere saber nada de lo nuevo, que sigue viviendo su mundo, que sigue pensando en la Guerra de Corea cincuenta años después, que cada día piensa en ese oscuro secreto que guarda, que reniega de todo aquello que signifique modernidad o que vaya en contra de sus ideas ultra conservadoras y racistas.
Todo el mundo dice que el personaje de Kowalski parece una continuación de la magnífica saga de "Harry el sucio", y estoy de acuerdo con esa percepción. Pero en Gran Torino el protagonista, busca una redención, algo que compense el tormento que le provoca su pasado. Y aunque en un principio es extremadamente reticente, la encuentra en sus vecinos, una familia de inmigrantes que lo considera poco menos que un héroe tras salvar al pequeño de la familia del ataque de una pandilla del barrio, y por perdonarlo después de que intentara robar su gran tesoro: un Ford Gran Torino del 72. La relación que se establece con el chaval sirve al protagonista para reconciliarse en alguna medida consigo mismo, ya que nunca fue ni un padre ni un abuelo ejemplar o cariñoso. Gracias a sus vecinos asiáticos siente que los prejuicios raciales deben ser desechados.
Comentaba el propio Clint Eastwood que con casi toda seguridad esta será su última película como actor, y creo que sería un acierto si así fuera. Me encanta cuando se dirige así mismo, y me parece una pena que no vuelva a actuar, pero quizás esta película sea el mejor epílogo a su larga carrera actoral. El caso de Eastwood es tremendamente curioso y ya lo he comentado en otra ocasión. Si miramos sus papeles en los años 70, no destaca por una gran interpretación ni por películas que fueran maravillas, pero detrás de las cámaras, hoy por hoy, es junto con Scorsese, Woody Allen y alguno más por ahí, de los mejores directores que existen. Es uno de los pocos que consigue que, tras ver una de sus películas, el espectador piense, se remueva en su asiento, que sienta desasosiego o emoción, que se cuestione los temas que nos plantea el director. No hay más que recordar Bird, El Jinete Pálido, Los Puentes de Madison o Un Mundo Perfecto. Pero sobre todo hay un grupo de películas que serán recordadas como clásicos y obras fundamentales: Sin Perdón, Mystic River y Million Dollar Baby. Entre estas últimas desde ahora incluiré Gran Torino. El punto final del tipo con gesto adusto y mirada penetrante.
Todo el mundo dice que el personaje de Kowalski parece una continuación de la magnífica saga de "Harry el sucio", y estoy de acuerdo con esa percepción. Pero en Gran Torino el protagonista, busca una redención, algo que compense el tormento que le provoca su pasado. Y aunque en un principio es extremadamente reticente, la encuentra en sus vecinos, una familia de inmigrantes que lo considera poco menos que un héroe tras salvar al pequeño de la familia del ataque de una pandilla del barrio, y por perdonarlo después de que intentara robar su gran tesoro: un Ford Gran Torino del 72. La relación que se establece con el chaval sirve al protagonista para reconciliarse en alguna medida consigo mismo, ya que nunca fue ni un padre ni un abuelo ejemplar o cariñoso. Gracias a sus vecinos asiáticos siente que los prejuicios raciales deben ser desechados.
Comentaba el propio Clint Eastwood que con casi toda seguridad esta será su última película como actor, y creo que sería un acierto si así fuera. Me encanta cuando se dirige así mismo, y me parece una pena que no vuelva a actuar, pero quizás esta película sea el mejor epílogo a su larga carrera actoral. El caso de Eastwood es tremendamente curioso y ya lo he comentado en otra ocasión. Si miramos sus papeles en los años 70, no destaca por una gran interpretación ni por películas que fueran maravillas, pero detrás de las cámaras, hoy por hoy, es junto con Scorsese, Woody Allen y alguno más por ahí, de los mejores directores que existen. Es uno de los pocos que consigue que, tras ver una de sus películas, el espectador piense, se remueva en su asiento, que sienta desasosiego o emoción, que se cuestione los temas que nos plantea el director. No hay más que recordar Bird, El Jinete Pálido, Los Puentes de Madison o Un Mundo Perfecto. Pero sobre todo hay un grupo de películas que serán recordadas como clásicos y obras fundamentales: Sin Perdón, Mystic River y Million Dollar Baby. Entre estas últimas desde ahora incluiré Gran Torino. El punto final del tipo con gesto adusto y mirada penetrante.
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