Estos días solo se habla de la elección de la sede para los JJ.OO. de 2016 (por favor que nadie diga Olimpiada ni Olimpiadas porque no es lo mismo). Salvo Gallardón que lo da por seguro, el resto de mortales con mayor o menor cantidad de pelos en las cejas creemos que la cosa está negra azabache para que Madrid sea elegida. Los hay más o menos optimistas, los que desean los Juegos y los que esperan que no nos los den para que nuestro peculiar alcalde no abra más zanjas en esta época tan jodida para la economía. Yo me incluyo entre los que tienen una corazonadita. Espero y deseo que mi ciudad (sí, me siento madrileño) celebre un evento de estas características. Pero es que hay pocos motivos que inviten a pensar que será así. Aunque también los hay para ser positivo.
Los que piensan que no nos concederán los JJ.OO. por lo de la rotación de continentes, pues no llevan razón. Esa no es una norma escrita, aunque sí tácita, pero por esa regla de tres, EE.UU. los celebró en dos ocasiones en menos de doce años. Por otro lado, en 2014 Brasil celebra un Mundial de fútbol, por lo que parecería poco probable que en dos años un país con el mayor índice de inseguridad de los candidatos celebrara los dos acontecimientos deportivos más importantes. También está Tokio que si seguimos con normas no escritas tampoco los podría celebrar porque en 2008 fue en China y sería demasiado seguido darle otros JJ.OO. a Asia. Y de Chicago diremos algo malo como que... pues... no sé, que la gente pasa de estas cosas allí y en verano llueve mucho por esa zona. Anda, pues mi corazonadita va creciendo.
Por otro lado, handicaps fuera, Rio de Janeiro cuenta con la ventaja de que nunca se han celebrado en Sudamérica, que es un país emergente, con una economía sólida en estos tiempos tan chungos, con un Presidente que tiene gran predicación en el mundo como es Lula y que allí en verano pues se está de muerte. De Tokio es difícil destacar algo positivo, más allá de que tiene uno de los mayores índices de suicidio del mundo (¿?) y que comen pescado crudo con nombre de niña pequeña. Chicago tiene que es la ciudad de Al Capone, que allí jugaba un tal Michael Jordan, que es la capital de Illinois, que su senador ahora es Presidente de EE.UU., que hace mucho viento y que es la ciudad paradigma de los nuevos conceptos de arquitectura. Mi corazonadita crece algo más.
Pero tampoco vamos a engañarnos. El COI es un grupo de carcamales, que están de vuelta de todo, que se les hace el culo "pesicola" por darle la mano a Obama y que les importa un pito los dossieres de cada ciudad. Esta gente se mueve por intereses, no por proyectos. Y entre dar la mano al amigo Obama o al compañero Zapatero, lo tienen claro. Y si al miembro de Comité Olímipico de Burkina Fasso le llega Barack, le pega un abrazo, le sonríe con esos dientes tan blancos, pues el colega africano ya sabe qué votar. Pero no solo el de Burkina Fasso, me juego lo que sea a que cuando Gallardón vea a Obama, seguro que pone su sonrisa gilipollesca y va corriendo a darle la mano. Aunque Alberto tiene mucha labia, así que seguro que convence a mucha gente y se puede ofrecer a diseñar planes de obras en el Tercer Mundo. Mi corazonadita está llegando a su punto máximo.
Por otra parte, si confiamos en estos ciento y pico miembros, normalmente no votan a la ciudad que tiene todo acabado (como se suele pensar) Votan por afinidad y por el trato humano que tiene esa ciudad, y ahí sí que somos los mejores. No hay nadie más salao, más majo, más amable, más campechano que nuestro Rey. Con su proverbial labia seguro que hacemos muchos amigos entre esa gente, y además él fue olímpico en el 72, como el Presidente del COI, y eso une muchísimo vamos. Otro punto a favor es que Zapatero no sabe idiomas, así que no hablará con nadie y no meterá la pata. Y para más Iesus Nazarenus Rex Iodorum, acaba de salir un teletipo que dice que las delegaciones de Rio y Chicago se han enzarzado en una pelea. Estupendo, si a esto añadimos que según fuentes olímpicas se ha visto en Copenhague a japoneses comunicándose mediante irrintzis e intentando robar un pecho a la sirena danesa, puedo afirmar al final de este post que Tengo una Corazonada.